jueves, 12 de diciembre de 2013

 Grupo4
                                  Universidad Tecnológica de Santiago.

                                  Inmunología
Tema:                 
                                    REACCIONES DE HIPERCENCIBILIDAD                                                                                                                     
                                                           Presentado a:             
                                                         Dra. Mirta Villar                                                                                                                                             





Mediada por células (Hipersensibilidad Tipo Retrasada o Tardía)

La hipersensibilidad tipo 4 es frecuentemente llamada tardía, pues a la reacción le toma 2 o 3 días para instalarse. A diferencia de los otros tipos, no es mediada por anticuerpos, sino por células inmunitarias.

Mecanismo de daño tipo IV o Celular
Este mecanismo de daño interviene tanto en hipersensibilidad como en autoinmunidad y está mediado por la respuesta celular de linfocitos T CD8+ o citotóxicos y linfocitos T CD4+ liberadores de linfoquinas.
Mecanismo de daño tipo IV en hipersensibilidad:
Antígenos bacterianos, de hongos o virus o productos químicos unidos a células del organismo, inducen una respuesta inmune celular. A raíz de esta respuesta quedan en circulación durante largo tiempo, linfocitos T de memoria. Cuando el antígeno persiste o bien cuando el individuo es expuesto nuevamente a él, se produce una respuesta secundaria de mayor intensidad con liberación de gran cantidad de linfoquinas. Estas atraen y activan células inflamatorias, especialmente macrófagos, originando una inflamación productiva, que por su magnitud, produce daño a los tejidos donde se encuentra el antígeno. En este mecanismo participan con gran intensidad los linfocitos T CD4+, cumpliendo los linfocitos T CD8+ un papel secundario ya que estos últimos son altamente específicos al lisar sólo células que presentan antígenos en moléculas MHC clase I.
De acuerdo al tiempo de aparición de las lesiones y a sus características histopatológicas, se distinguen cuatro tipos de hipersensibilidad retardada: Reacción de Jones-Mote (1), dermatitis por contacto (2), hipersensibilidad tipo tuberculina e hipersensibilidad granulomatosa (4).
1. Reacción de Jones-Mote: al inyectar ovoalbumina en Adyuvante Incompleto de Freud se produce un aumento de volumen en la piel que es máxima a las 24 hrs. Se observa un infiltrado de basófilos bajo la epidermis. Esta reacción se puede producir con otros antígenos solubles.
2. Dermatitis por contacto: es producida por antígenos tales como niquel, cromatos, cosméticos, benzoles, etc. y en ella juegan un papel importante las células de Langerhans al presentar el antígeno con gran eficiencia. Se produce un infiltrado celular perivascular dérmico formado por linfocitos y macrófagos. Además, hay edema y depósito de fibrina.
3. Hipersensibilidad tipo tuberculina: participan antígenos lipoprotéicos de micobacterias y antígenos inertes. Se produce un infiltrado linfocitario perivascular a los que se agregan macrófagos. Se observa una induración de la zona afectada debido a este infiltrado inflamatorio productivo.
4. Hipersensibilidad tipo granulomatosa: se observa una inflamación productiva organizada constituída por células gigantes, células epitelioideas y una corona de linfocitos que las rodea. Es difícil establecer la diferencia entre este tipo de hipersensibilidad y la inflamación granulomatosa de una respuesta protectora la cual tiende a aislar al agente injuriante cuando no puede eliminarlo eficazmente. En un individuo sensibilizado al antígeno, la reacción es muy intensa y suele producir necrosis central del granuloma con diseminación bacteriana.
Mecanismo de daño tipo IV en autoinmunidad:
Este mecanismo de daño tiene especial importancia en enfermedades autoinmunes órgano-específicas. Por ejemplo, en la diabetes tipo I se ha postulado el siguiente esquema patogénico: el evento que inicia el proceso es una respuesta inmune vigorosa
contra un antígeno exógeno que presenta mimetismo molecular con algún componente normal de las células beta de los islotes de Langerhans del páncreas. A raíz de esta respuesta, linfocitos T cooperadores activan células B y células T citotóxicas. Los anticuerpos generados, se unen a autoantígenos presentes en las células ß dañandolas al activar el complemento o bien por un mecanismo ADCC con participación de células NK. Los linfocitos T CD8+ reconocen a los autoantígenos presentados por moléculas MHC clase I en la membrana de las células ß, ejerciendo su efecto citotóxico. Los macrófagos intervienen amplificando la respuesta a través de la estimulación de linfocitos TCD4+ y aumentando la expresión de moleculas MHC clase I en los islotes. También aumenta la expresión de moléculas clase II en los macrófagos los que estimulan más aún la respuesta T CD4+. A medida que el daño avanza, las células ß liberan sustancias que normalmente están secuestradas dentro de ellas, tal como la proinsulina, induciéndose respuestas en contra de ellas. El daño se perpetúa hacia la destrucción de los islotes de Langerhans.


Respuesta Inmune: tolerancia e inmunogenicidad
El contacto de un determinate antigénico con un linfocito específico para él puede tener una de dos consecuencias: puede inducir tolerancia (A), o bien originar una respuesta tangible consistente en células o moléculas que interactúan específicamente con ese antígeno (B). Cuando un antígeno induce tolerancia se denomina tolerógeno, cuando origina una respuesta consistente en anticuerpos y/o células efectoras, se denomina inmunógeno.
En la tolerancia, la respuesta del linfocito es la de no responder, esto es, cuando un linfocito tolerante se enfrenta nuevamente al mismo antígeno que indujo la tolerancia, pero esta vez en calidad de inmunógeno, no origina una respuesta de anticuerpos y/o células efectoras.
 
Se habla de tolerancia en dos contextos: a nivel unicelular, es una respuesta no respuesta, a nivel del individuo, es la falta de respuesta a antígenos propios, vale decir los linfocitos discriminan adecuadamente entre lo ajeno, lo propio y lo propio alterado por lo ajeno.
La tolerancia es un fenómeno de gran complejidad y como toda respuesta inmune, es específica, transitoria y radica en linfocitos T y B. Por lo tanto, el hecho que se produzca tolerancia o respuesta inmunogénica a nivel celular, depende de la interacción entre antígeno y linfocito. La naturaleza de esta interacción está ligada naturalmente a propiedades intrínsecas del antígeno y del linfocito con el que está interactuando. Tal es así, que la concentración, las propiedades fisicoquímicas y el modo de presentación del antígeno determinan si la respuesta que surge es de tolerancia o se manifiesta como células y moléculas efectoras. Por otro lado, el grado de madurez del linfocito y la naturaleza de los mensajes químicos intercelulares, intervienen en la decisión de responder positiva o negativamente a un estímulo antigénico. En concreto, la respuesta inmune que se observa en un individuo frente a una estimulación antigénica determinada refleja el balance entre tolerancia e inmunogenicidad.
La tolerancia a antígenos propios, normalmente presente en nuestro organismo, se debe principalmente a la deleción clonal (1) la cual consiste en la eliminación de clones autorreactivos durante el proceso de maduración linfocitaria. Dicho de otra manera, la mayoría de los linfocitos con especificidad para antígenos propios son eliminados antes de salir a poblar los órganos linfáticos periféricos. Este mecanismo es especialmente importante en relación a linfocitos T.
Los linfocitos autorreactivos que no son eliminados por deleción clonal o que surgen a raíz del recambio celular normal, son mantenidos tolerantes a través de los mecanismos involucrados en la anergia clonal, que dependen de las propiedades de antígenos y células linfoides (2). Así, antígenos en concentraciones muy altas o muy bajas, en estado desagregado, con determinantes antigénicos repetitivos entre otras condiciones, son capaces de mantener en estado de tolerancia a los linfocitos autorreactivos. Por otro lado, la inmadurez linfocitaria o la ausencia de señales coestimuladoras también conducen a un estado de tolerancia.
La tolerancia T y la tolerancia B presentan ciertas características que las distinguen. La primera es de inicio precoz y larga duración y se produce en presencia de concentraciones bajas de antígeno; la segunda requiere de dosis altas de antígeno, se produce en presencia de epitopos repetitivos y es de corta duración. El conocimiento de los mecanismos de inducción de ambos tipos de tolerancia permite comprender mejor el origen de las enfermedades autoinmunitarias, en las cuales se pierde la tolerancia a antígenos propios. En relación a la auto-tolerancia T, uno de los principales mecanismos corresponde a la deleción clonal postulada por Burnet y Fenner en 1949. Estos autores sugirieron que el sistema inmune aprende a discriminar entre lo propio y lo no propio durante la ontogenia. Mediante este proceso se produce la eliminación de algunos clones linfocitarios autorreactivos durante su maduración en los órganos linfoides centrales, timo y médula ósea. En el desarrollo embrionario del sistema inmune y también posteriormente, se produce un proceso de selección positiva que asegura la permanencia de clones linfocitarios que reconocen MHC propio y un proceso de selección negativa que elimina aquellos clones que reconocen MHC propio con péptido propio con alta afinidad. Esta selección es necesaria ya que todo individuo posee la potencialidad genética para generar linfocitos con receptores que pueden reconocer cualquier antígeno, propio o no propio en el contexto de cualquier MHC, propio o no propio.
Mediante estos procesos de selección (educación tímica) se logra la restricción del repertorio de células linfoides T al MHC propio-péptido propio con mediana o baja afinidad. Los linfocitos que salen a la periferia, por lo tanto, podrán reconocer péptidos ajenos. Esta restricción sin embargo, es parcial, ya que se ha podido detectar la presencia de numerosos clones linfocitarios autorreactivos en la periferia, los que son mantenidos en estado de tolerancia inmunológica a través de mecanismos tales como anergia clonal, bloqueo de receptores y supresión.
En relación a linfocitos B, el proceso es diferente ya que estas células no presentan restricción genética y maduran en médula ósea. Allí pueden contactar antígenos propios antes de salir a colonizar órganos linfoides periféricos. Se ha postulado que el contacto de la IgM de membrana con el antígeno en una etapa de la maduración previa a la aparición de la IgD de membrana, produce una señal letal o inhibitoria en los linfocitos B. Sin embargo, la deleción clonal es responsable de la eliminación de un porcentaje relativamente bajo de linfocitos B autorreactivos, los cuales persisten en los órganos linfoides periféricos en el adulto. Esto se comprueba al inyectar activadores policlonales como endotoxinas bacterianas y encontrar en el suero numerosos anticuerpos autorreactivos. Estos clones autorreactivos son mantenidos tolerantes o en estado de anergia clonal a través de mecanismos descritos como aborto clonal y bloqueo de células efectoras..
Finalmente, las células B autorreactivas pueden ser mantenidas en estado de tolerancia por acción de linfocitos T supresores. Si bien la existencia de estos linfocitos ha sido puesta en duda por diversos autores, numerosos experimentos avalan su existencia.
Sin embargo, el carácter reversible de la tolerancia inmunológica deja abierta la posibilidad de que ésta se quiebre o se pierda, surgiendo entonces la autoinmunidad.
La otra alternativa de respuesta es la inmunogénica (B), en la cual los linfocitos, al ser estimulados por el antígeno en estado de inmunógeno, responden proliferando, diferenciándose y originando respuestas efectoras humorales o celulares.
Al igual que en la tolerancia, el que una respuesta sea inmunogénica depende de factores propios del antígeno y de las células que participan en ella. Los antígenos complejos, especialmente protéicos, en concentraciones medianas e incorporadas al organismo por una vía que permita su adecuado procesamiento, son en general, buenos inmunógenos. Por otro lado, una respuesta inmunogénica requiere de la presencia de los diferentes tipos celulares y de las señales coestimuladoras por parte de citoquinas a las que se ha hecho referencia en láminas anteriores.


Pérdida de tolerancia a antígenos propios
Las Enfermedades Autoinmunes surgen como consecuencia de una pérdida de la tolerancia a antígenos propios. Como se ha dicho, el tipo de respuesta inmune, inmunogénica o de tolerancia, depende básicamente de la calidad del antígeno y de las interacciones entre células presentadoras de antígeno, linfocitos T y linfocitos B (figura central). 
Los mecanismos de pérdida de la tolerancia a antígenos propios que han sido descritos son complejos y en gran medida especulativos. En general, la ausencia de tolerancia a antigenos propios puede deberse a defectos intrínsecos del sistema inmune (1, 2 y 3) o bien a alteraciones relacionadas con el antígeno y su reconocimiento (4, 5 y 6)
. Entre los primeros se ha descrito alteraciones en la presentación del antígeno por moléculas MHC durante la deleción clonal en el timo o en la periferia (1), en la regulación por anticuerpos antiidiotipo (2) y en la actividad supresora de los linfocitos T.
Los principales mecanismos relacionados con el antígeno, incluyen la activación policlonal de células B por antígenos bacterianos y de células T por super antígenos (4) el mimetismo molecular y reacciones cruzadas (5), y la liberación de antígenos secuestrados (6).
También se ha estudiado últimamente el papel que les cabe a las citoquinas en la generación de enfermedades autoinmunes.
 
A. Defectos intrínsecos del sistema inmune.


Autoinmunidad
La autoinmunidad es consecuencia de la activación de clones autorreactivos por parte de antígenos propios con las subsecuentes respuestas humorales y celulares dirigidas contra ellos. El significado biológico de estas respuestas es diverso. Así, las respuestas autoinmunitarias son de gran importancia en la regulación de la respuesta inmune adaptativa (red idiotipo-antiidiotipo) (1) y en la eliminación de células y antígenos propios derivados del recambio tisular (2).
Por otro lado, existen diversas patologías en las que se produce muerte y daño tisular, tales como infarto e inflamación, durante las cuales se liberan antígenos tisulares que originan autoanticuerpos los que participan en su eliminación (3). En todos estos casos, los fenómenos autoinmunitarios son necesarios y beneficiosos.
En las enfermedades autoinmunitarias (4), en cambio, la presencia de autoanticuerpos o linfocitos efectores autorreactivos se traduce en daño serio y progresivo a estructuras propias.
1. La red idiotipo -antiidiotipo es un mecanismo regulador de la respuesta inmune. Los idiotipos son los determinantes antigénicos de la región hipervariable de inmunoglobulinas y receptores para antígeno. El sistema inmune tiene la capacidad de reconocer estos determinantes antigénicos y montar respuestas humorales frente a ellos denominadas respuestas anti-idiotipo. Estos anticuerpos anti-idiotipo, además de neutralizar la zona hipervariable de los anticuerpos o receptores que les dieron origen, estimulan a su vez al sistema originando anticuerpos anti-antiidiotipo. De esta manera, se conforma una red idiotipo-antiidiotipo que tiende a regular negativamente la respuesta inmune.
2. Las células propias alteradas por envejecimiento u otros mecanismos cambian su estructura molecular originando antígenos que normalmente eran reconocidos como propios y por lo tanto tolerados. Las respuestas inmunes que surgen colaboran en la eliminación de estas estructuras a través de una opsonización que aumenta la eficiencia de la fagocitosis o bien mediante la lisis por complemento.
3. El daño tisular producto de un infarto, proceso inflamatorio u otro mecanismo, se traduce en la liberación a la circulación de proteínas que no están normalmente en contacto con el sistema inmune. Estos auto-antígenos, al aumentar en concentración, rompen el estado de tolerancia que existía para ellos, y generan respuestas autoinmunes transitorias que, en general no producen daño al organismo.
4. Las enfermedades autoinmunes surgen como consecuencia de una pérdida de la tolerancia a antígenos propios y están mediadas por los mecanismos de daño inmunológico tipos II, III y IV principalmente. Son de etiología desconocida, de carácter progresivo o recurrente y pueden afectar una gran diversidad de órganos o sistemas. De acuerdo a la distribución de el o los antígenos que provocan estas patologías, se distinguen las enfermedades autoinmunes órgano-específicas y sistémicas. Entre estos dos extremos, se encuentran una serie de enfermedades conformando lo que se denomina espectro de enfermedades autoinmunitarias, el cual, ordenado secuencialmente incluyeprincipalmente a Tiroiditis de Hashimoto, Mixedema Primario, Tirotoxicosis, Anemia Perniciosa, Gastritis Atrófica Autoinmune, Enfermedad de Addison, Diabetes tipo I, Síndrome de Goodpasture, Miastenia Gravis, Infertilidad Masculina Autoinmune, Pénfigo Vulgar, Penfigoide, Oftalmía Simpática, Esclerosis Múltiple, Anemia Hemolítica Autoinmune, Púrpura Tromobocitopénica Idiopática, Leucopenia Idiopática, Cirrosis Biliar Primaria, Colitis Ulcerativa, Síndrome de Sjögren, Artritis Reumatoidea, Dermatomiositis Escleroderma, Lupus Eritematosos Discoide y Lupus Eritematoso Sistémico.


Inmunodeficiencias primarias
Los síndromes de inmunodeficiencia pueden corresponder a fenómenos congénitos (inmunodeficiencias primarias) o bien a alteraciones adquiridas o iatrogénicas (inmunodeficiencias secundarias).
Las inmunodeficiencias primarias pueden afectar a uno a más de los distintos componentes inespecíficos y específicos del Sistema Inmune. La mayoría son defectos genéticos que alteran el desarrollo, activación o función de las diversas poblaciones celulares responsables de la respuesta específica (linfocitos T y/o B) o de las células o moléculas que participan en mecanismos de amplificación de la respuesta de la inmunidad adaptativa.
 
La gravedad de las inmunodeficiencias primarias se relaciona directamente con la etapa del desarrollo de las células del sistema inmune en que se produjo la alteración.
 
En general, se considera que en el desarrollo de los distintos tejidos participan fenómenos de determinación y diferenciación a partir de células multi o pluripotentes. En este proceso participan por una parte la dotación genética celular y por otra factores ambientales que inducen cambios en la expresión génica determinando un fenotipo particular. En el desarrollo de los diversos órganos y sistemas están involucradas básicamente la proliferación y la diferenciación celulares. Los factores etiológicos que llevan a alteraciones en estos procesos son de diversa naturaleza y de gran complejidad. Pueden tener su origen en defectos genéticos preexistentes o heredados o bien ser consecuencia de la interacción de las células en desarrollo con distintos factores externos denominados genéricamente agentes teratógenos. Entre ellos se encuentran las radiaciones, algunos virus, medicamentos u otros a los que el individuo en desarrollo puede haber sido expuesto. En este caso la alteración es de carácter poligénico. En las inmunodeficiencias en particular, se ha identificado sólo en algunos casos la etiología de las diversas alteraciones que afectan al ser humano.
 
Para entender las características y consecuencias de las distintas inmunodeficiencias es necesario conocer el origen de los diversos componentes del sistema inmune.
Las células que participan en los componentes específico e inespecífico de la Respuesta Inmune provienen de células multipotentes (1) que dan origen a células madre pluripotentes (2) que son las precursoras de las series linfoide (3) y mieloide (4), entre otras. La serie linfoide madura y se diferencia en el Timo (linfocitos T) (5) y en la médula ósea (linfocitos B) (6). La serie mieloide madura en médula ósea y origina monocitos (7) y granulocitos (8). En el microambiente de estos tejidos, las células mencionadas adquieren su fenotipo diferenciado para salir posteriormente a poblar los órganos linfoides periféricos (9) y el resto de los tejidos a través de la circulación sanguínea y linfática.
Cada uno de los pasos de las células a lo largo del camino hacia la diferenciación puede ser alterado por las condiciones genéticas o ambientales. Las manifestaciones morfofuncionales y clínicas que presentan los pacientes inmunodeficientes dependen de la etapa del desarrollo celular afectada. Mientras más precoz sea la alteración, mayor gravedad presentará el cuadro clínico resultante.
 
Las inmunodeficiencias primarias son poco frecuentes, se manifiestan clínicamente entre los seis meses y dos años de edad y se caracterizan por presentar un aumento en la susceptibilidad a infecciones. Además, se ha observado que algunas inmunodeficiencias se asocian con un aumento en la incidencia de cáncer.
 


Inmunodeficiencias secundarias
Las inmunodeficiencias secundarias o adquiridas tienen diverso origen y repercusiones clínicas.
Los de menor gravedad son los de anergia inmunológica que suelen ocurrir después de las enfermedades infecciosas intensas, especialmente de origen viral. Son transitorias y revierten espontáneamente debido a la gran capacidad del sistema inmune.
Otro caso, de mayor gravedad, es la inmunodeficiencia que acompaña al cáncer, su intensidad aumenta aun como consecuencia de los tratamientos a los que son sometidos estos pacientes.
Una tercera categoría de inmunodeficiencias secundarias
Corresponden a una serie de condiciones iatrogénicas derivadas del tratamiento con agentes inmunosupresores. Los individuos afectados son principalmente pacientes receptores de trasplantes de órganos y aquellos que padecen alergias o enfermedades autoinmunitarias. Los agentes inmunosupresores más utilizados son la azatioprina, los glucocorticoides, la globulina antilinfocítica y como se ha dicho, las drogas y la irradiación utilizadas en el tratamiento del cáncer. Estos agentes producen distintos efectos sobre el sistema inmune los que se manifiestan finalmente como una deficiencia en la respuesta humoral y/o celular, aumentando la susceptibilidad del paciente a padecer enfermedades infecciosas.
Sin embargo, la inmunodeficiencia adquirida que causa mayor preocupación en la actualidad es el SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, de carácter epidémico y curso clínico fatal. Esta enfermedad surgió alrededor de 1980, aumentando en forma alarmante en morbimortalidad hasta constituir un serio problema que afecta a toda la población mundial.
El SIDA es provocado por el virus de inmunodeficiencia humana VIH, también denominado virus linfotropo de células t humanas tipo III HTLV-III, identificado en la molécula CD4 presente en la membrana de linfocitos TCD4+ cooperadores y en células presentadoras de antígeno.
El modo de transmisión horizontal del virus, inicialmente mas frecuente, fue la relación homosexual. Sin embargo, en la actualidad, se ha visto un dramático aumento en la transmisión a través de relaciones heterosexuales. Tal es así, que la organización mundial de la salud ha efectuado proyecciones que señalan que el año 2000 el 90% de los contagios se producirán por esta vía. Otra alternativa de transmisión es la inoculación del virus al efectuar transfusiones sanguíneas o de plasma contaminadas, siendo los hemofílicos los individuos más frecuentemente afectados. Finalmente, el uso de jeringas contaminadas con el virus por drogadictos constituye una vía frecuente de contagio. La transmisión vertical, de madre a hijo, durante el embarazo o el parto, es también posible.
El virus VIH que contiene dos hebras de RNA genómico, ingresa a los linfocitos y células presentadoras de antígeno uniéndose al marcador CD4 a través de su proteína de superficie gp 120 (1). Luego, en el citoplasma, se produce la trascripción de su genoma a DNA mediante la enzima viral trancriptasa reversa (2). Estas hebras complementarias se incorporan al genoma celular en calidad de pro virus DNA (3). La replicación de este material genético se traduce en la generación de nuevos virus que abandonaran la célula (4) para continuar su actividad infectiva (5).
La presencia del virus en el plasma, en células circulantes y en los tejidos presenta variaciones de acuerdo a la etapa de la enfermedad en que se encuentra el paciente.
La historia natural del SIDA comprende básicamente tres periodos sucesivos:
Etapa primaria. Es asintomática en más del 50% de los pacientes. Cuando se manifiesta, lo hace con síntomas similares a aquellos de la mononucleosis aguda (fiebre e hiperplasia de ganglios linfáticos). En ellos se observa una disminución transitoria del recuento de linfocitos TCD4+ concomitante con un aumento de la cantidad de células circulantes infectadas por el virus y en la viremia. Durante este periodo, que suele ser de tres meses, se produce además un aumento progresivo en el recuento de linfocitos TCD8+.


Neoplasias que afectan al Sistema Inmune

Las células del componente específico del sistema inmune, los linfocitos T y B , así como aquellas que participan en calidad de células accesorias a nivel de presentación de antígeno o en los mecanismos de amplificación de la respuesta, los macrófagos, monocitos y polimorfo nucleares, pueden ser víctimas de transformación maligna constituyendo las neoplasias que afectan al sistema inmune.
El estudio, diagnóstico y tratamiento de las neoplasias malignas originadas en células sanguíneas de la serie mieloide y linfoide corresponde en general a la especialidad de hematología. Las gamapatias monoclonales, derivadas de neoplasias originadas en células plasmáticas suelen ser abordadas por los inmunólogos clínicos.
Existen tres grandes categorías de neoplasias malignas originadas en el tejido hematopoyético y linfoide.
1. Leucemias: neoplasias malignas que afectan a los leucocitos y que se originan en la médula ósea. Allí reemplazan paulatinamente al tejido hematopoyético normal, ingresan posteriormente a la circulación sanguínea e invaden otros tejidos. Según el grado de diferenciación de las células leucémicas, las leucemias se clasifican como agudas y crónicas. Las leucemias agudas se caracterizan por la presencia de células muy inmaduras (blastos) y su curso clínico suele ser rápido y fatal. En las leucemias crónicas, las células son leucocitos más maduros, al menos inicialmente, y la enfermedad es de curso clínico más lento. 
Las leucemias agudas y crónicas pueden ser mielocíticas o linfocíticas según el tipo celular en el que surgieron.
2. Linfomas malignos: neoplasias malignas que se originan en células residentes en tejidos linfáticos especialmente ganglios. Forman masas tumorales sólidas. Pueden pertenecer a la categoría de linfomas no Hodgkin o corresponder a la Enfermedad de Hodgkin. Las neoplasias malignas que se originan en macrófagos o histiocitos del tejido linfático suelen denominarse histocitosis, sin embargo, generalmente se clasifican en conjunto con los linfomas.
3. Discrasias plasmocelulares: incluyen a un grupo de alteraciones que involucra una proliferación anormal de células plasmáticas con la subsecuente secreción aumentada de inmunoglobulinas monoclonales o de sus cadenas pesadas o livianas (Gammapatías monoclonales). Las principales afecciones pertenecientes a este grupo son el mieloma múltiple, la macroglobulinemia, la enfermedad de cadenas pesadas y la amiloidosis de cadenas livianas.
Desde un punto de vista inmunológico, se puede generalizar que los pacientes que padecen este u otro tipo de cáncer son inmunodeprimidos aumentando por lo tanto su susceptibilidad a infecciones. Sin embargo las repercusiones clínicas de mayor gravedad corresponden al carácter invasivo, destructor y metastásico característico de las neoplasias malignas.
En la etiología de estos tipos de cáncer esta implícita una alteración estructural o funcional de proto-oncogenes. Estos genes son responsables de la regulación de la proliferación y diferenciación celular. En muchas leucemias y linfomas se ha descrito alteraciones cariotípicas, especialmente traslocaciones, que pueden dar cuenta de la expresión cualitativa o cuantitativamente alterada de estos genes. Esto se traduce en que las células afectadas tienden a permanecer en activa proliferación desobedeciendo a los mecanismos intrínsecos y extrínsecos que normalmente regulan su comportamiento, vale decir, adquieren autonomía proliferativa. Si bien las alteraciones cromosómicas que afectan a este tipo de neoplasias están bastante bien identificadas, la causa de estas translocaciones permanece siendo en muchos casos, una incógnita. Se ha descrito la participación de mutágeno quimico, de radiaciones y de virus en la iniciación del proceso maligno.
                                                           Grupo5
                                  Universidad Tecnológica de Santiago.

                                  Inmunología
Tema:
                                    REACCIONES DE HIPERCENCIBILIDAD
                                                              Presentado por:
                                   Mercedes gracia                             2-09-0776
                                  Emmanuel rosario                       1-09-0141
                                  Némesis Polanco                      1-08-8931
                                 Danilsa Silverio                       1-09-8643
                                Ana Carrasco                          1-09-2995
                               Benissa Morey                        1-06-3979

Grupo:
                                                                              05

Presentado a:
Dra. Mirta Villar
    
  Reacciones de Hipersensibilidad

Hipersensibilidad Tipo I – inmediata o atópica
La hipersensibilidad tipo I es una reacción alérgica provocada por exposición a un tipo específico de antígeno referido como un alérgeno. La hipersensibilidad de tipo I es que las células plasmáticas secretan IgE de una forma descontrolada.
Los seres humanos producen reacciones importantes solo como defensa contra infecciones. Después que un individuo se expone a un parasito  concentraciones  séricas de IgE aumenta y se mantiene hasta que el parasito se elimina de manera definitiva no obstante algunas personas puede experimentar otra anomalía llamada atopia una  predisposición de desarrollo de reacciones de hipersensibilidad contra antígenos ambientales ordinarios.
Los individuos atópicos tienen concentración  anormalmente elevadas de IgE circulantes y numeroso más grande de eosinofilos circulante. Estos sujetos son susceptibles a alergias como fiebres del  heno, el eccema y el asma.
La mayor parte de las reacciones alérgicas de la IgE se produce sobre las superficies mucosas en respuesta alérgenos que entran en el cuerpo por inhalación.

Hipersensibilidad Tipo II - dependiente de anticuerpos
Las reacciones de hipersensibilidad de tipo II son mediadas por anticuerpos tipo IgG o IgM. Estos anticuerpos pueden haberse producido como consecuencia de una respuesta inmunitaria normal y reconocer elementos no propios, o por el contrario pueden ser autoanticuerpos que reconozcan componentes propios del organismo.Los anticuerpos producidos por el sistema inmunitario se unen a antígenos en la superficie misma de las células del paciente. Los antígenos así reconocidos pueden ser de naturaleza intrínseca (son parte innata de la célula del paciente) o extrínseca (absorbidas a la célula durante la exposición a un antígeno extraño, posiblemente una infección por algún patógeno). Estas células son reconocidas por macrófagos o células dendríticas que actúan como células presentadoras de antígeno, lo que causa que los linfocitos  B respondan produciendo anticuerpos en contra de dicho antígeno.

Hipersensibilidad Tipo III - Complejo inmune
Las reacciones de hipersensibilidad de tipo III son mediadas por anticuerpos de tipo de IgG o IgM. Esta se produce por la existencia de inmunocomplejos circulantes que al depositarse en los tejidos causan la activación de los fagocitos y el subsecuente daño tisular. Las inmunoglobulinas G y M se encuentran presentes en grandes cantidades y en proporciones similares, causando reacciones de precipitación con entrecruzamiento muy extensas, esto nos dice que ocurre cuando existe un exceso de antígenos, comparado con una reacción normal, en relación a la cantidad de anticuerpos presentes; esto conduce a la formación de pequeños complejos inmunes que no son capaces de fijar complemento y por lo tanto no son removidos de la circulación. 


Hipersensibilidad  Tipo IV - Mediada por células (Hipersensibilidad  Retrasada o Tardía)
La reacción de hipersensibilidad tardia juega un papel importante contra agentes patógenos intracelulares un ejemplo de esta es el  Mycobacterium tuberculosis, Listeria monocytogenes, Brucella mellitensis, Candida albicans). Sin embargo, también tiene aspectos nocivos y a veces las lesiones tisulares causadas por la hipersensibilidad retardada son tan extensas que comprometen gravemente al organismo.
El desarrollo de una reacción de hipersensibilidad retardada requiere un período de sensibilización de 1 a 2 semanas tras el primer contacto con el antígeno. Durante este período, los linfocitos Th1 son activados por el antígeno presentado junto con las moléculas de clase II del MHC en una célula presentadora de antígeno y se expanden clonalmente.

Tras un segundo contacto con el antígeno, se inicia la fase efectora de la respuesta. En general requiere unas 24 horas para que la reacción sea evidente y el máximo se produce entre 48 y 72 horas.  Al cabo de unas horas de la inyección del antígeno, alrededor de las venas post-capilares se acumulan los neutrófilo.

Hipersensibilidad Tipo V - Hipersensibilidad Estimuladora o Neutralizante
La hipersensibilidad de tipo V es mediada por la IgG.
 Es una reacción mediada por un anticuerpo que reacciona con un componente de la superficie celular e induce o neutraliza la actividad de la célula correspondiente.  Esta actividad neutralizante o inhibitoria se observa cuando la unión del anticuerpo inhibe hormonas, toxinas, enzimas receptores y factores de crecimiento o de la coagulación.
Un ejemplo clásico es la enfermedad de Basedow-Graves en que existe hipertiroidismo por actividad estimulatoria de sus células. Esta hipersensibilidad es producida por un IgG tiroestimulante, conocida antiguamente como estimulador tiroideo de acción prolongada. El anticuerpo es anti-receptor de TSH y al unírsele simula la acción de la TSH.


2)Miastenia Gravis : Donde una inmunoglobulina G se une al receptor de acetilcolina y la placa motora lo bloquea. La cual es una enfermedad neuromuscular autoinmune y crónica caracterizada por grados variables de debilidad de los músculos esqueléticos (los voluntarios) del cuerpo.

3) Activación de los linfocitos B y T : por los fragmentos, dirigidos  contra los receptores específicos  para el antígeno .


4) Ulceras Duodenales: Resistentes a la Cimetidina --->Anticuerpos  estimuladores: son los que están contra los receptores de Histamina.




lunes, 9 de diciembre de 2013

HIPERSENSIBILIDAD TIPO III

HIPERSENSIBILIDAD TIPO III

Una reacción de hipersensibilidad de tipo III ocurre cuando antígenos y anticuerpos (IgG o IgM) se encuentran presentes en grandes cantidades y en proporciones similares, causando reacciones de precipitación con entrecruzamiento muy extensas.

 a hipersensibilidad de tipo III ocurre cuando existe un exceso de antígenos, comparado con una reacción normal, en relación a la cantidad de anticuerpos presentes; esto conduce a la formación de pequeños complejos inmunes que no son capaces de fijar complemento y por lo tanto no son removidos de la circulación. 

Cuando estos antígenos se unen a los anticuerpos se forman complejos inmunes de diferentes tamaños.  Los complejos extensos pueden ser removidos por los macrófagos, pero en comparación los macrófagos suelen tener dificultades para disponer de los complejos inmunes pequeños. Estos complejos inmunes terminan luego "encajados" en vasos sanguíneos de pequeño calibre, articulaciones y glomérulos causando una gran variedad de síntomas. A diferencia de la variante libre, los complejos inmunes pequeños unidos a los sitios de deposición (tales como vasos de pequeño calibre) son mucho más capaces de interactuar con el sistema de complemento; estos complejos de mediano tamaño, formados con un ligero exceso de antígenos son reconocidos como altamente patogénicos.

Estos depósitos en los tejidos a menudo provocan una respuesta inflamatoria y pueden causar daños allí donde precipiten.La reacción puede tomar horas, días, o incluso semanas en desarrollarse, dependiendo de si hay o no memoria inmunológica relacionada al antígeno precipitante. Típicamente, las manifestaciones clínicas comienzan dentro de la semana posterior al desafío inmunológico, es decir, para cuando los complejos inmunes comienzan a precipitar una respuesta inflamatoria. Debido a la naturaleza de la agregación de anticuerpos, los primeros tejidos que comienzan a manifestarla son aquellos relacionados a la filtración de sangre a altas presiones hidrostáticas y osmóticas, (por ejemplo los sitios de formación de la orina y fluido sinovial, glomérulos y tejidos articulares respectivamente). Es por ello que la vasculitis,glomerulonefritis y artritis son condiciones frecuentemente asociadas a las respuestas de hipersensibilidad de tipo III.

La respuesta cutánea a la hipersensibilidad de este tipo se conoce como reacción de Arthus, y se caracteriza por un eritema localizado y cierto grado de induración. La agregación plaquetaria, especialmente en la microvasculatura, puede provocar la formación localizada de coágulos, conduciendo a hemorragias puntuales. Esto tipifica la respuesta a la inyección de antígenos foráneos en cantidad suficiente para provocar la enfermedad del suero.

Algunos ejemplos clínicos son:

  • Lupus eritematoso sistémico
  • Glomerulonefritis postestreptocóccica
  • Poliarteritis nodosa
  • Artritis reactiva
  • Enfermedad del suero
  • Reacción de Arthus
  • Pulmón de granjero

GRUPO 3

Kathy Santos           1-10-0632
Fany Azcona           2-09-0796
Dahiana Alvarez      2-09-1576
Rosmery Castaño    2-09-0540
Jeidy Abreu            2-07-0334

viernes, 29 de noviembre de 2013

GRUPO I: HIPERSENSIBILIDAD

Tipo I. Hipersensibilidad inmediata o alergia atópica 

También denominada hipersensibilidad mediada por IgE (anafiláctica, inmediata o dependiente de reaginas). Son las reacciones alérgicas de tipo I según la clasificación de Gell y Coombs. Constituyen reacciones inflamatorias de instauración inmediata, aunque a veces semirretardada, causada por la liberación masiva de mediadores inflamatorios (histamina, triptasa, prostaglandinas y leucotrienos) por leucocitos basófilos y mastocitos, como consecuencia de la unión, por su extremo Fc, de anticuerpos IgE frente a determinados antígenos, en la membrana de dichas células. Tales mediadores son los causantes de las manifestaciones clínicas, las cuales, según la vía de acceso y el grado de difusión intracorporal del alérgeno, pueden adoptar una forma localizada - como la rinitis o el asma -, o generalizada - como las reacciones anafilácticas desencadenadas por medicamentos, picaduras de insectos o ciertos alimentos -. Son procesos con una alta incidencia, llegando a afectar hasta al 20 por ciento de la población caucásica en algún momento de su vida. En la actualidad, la mayoría de los autores utilizan el término alergia (reactividad alterada) para designar los procesos patológicos causados por una respuesta inmune frente a antígenos inocuos para la mayoría de la población. Atopia es un término acuñado en los años veinte para describir la asociación familiar, y por tanto una base genética en la tendencia de ciertos individuos a padecer una o varias de estas reacciones tras la exposición a ciertas sustancias antigénicas. De ahí la denominación de alergia atópica o enfermedades atópicas para referirse a estos procesos.

Los antígenos que estimulan la formación de respuestas de anticuerpo IgE causantes de las enfermedades atópicas se denominan alérgenos. Puede tratarse de proteínas o glucoproteínas que forman parte de productos naturales o de sustancias químicas de naturaleza hapténica (por ej: la penicilina) que al unirse a una proteína portadora se convierten en material inmunogénico Existen tres tipos de alérgenos según la vía de contacto con el mismo. Pueden ser inhalables (aeroalergenos), alérgenos por ingestión (medicamentos, alimentos, etc.) o alérgenos por inoculación (fármacos y venenos de picaduras de insectos). Los aeroalergenos son los que provocan, con mayor frecuencia, alergia atópica de las vías respiratorias (asma y rinitis alérgica). Forman parte de la composición del material particulado de la atmósfera normal, destacando el polen, los productos orgánicos de origen animal, las partículas fecales de ácaros microscópicos, las esporas fúngicas y los productos industriales.

El hecho de que actúen como alérgenos no depende de propiedades intrínsecas que los distinga de los restantes antígenos convencionales (sustancia extraña al organismo), sino de la capacidad de ciertos individuos de desarrollar una respuesta de anticuerpos IgE contra ellos. Tales anticuerpos se fijan por su extremo Fc a receptores de la membrana de los basófilos y mastocitos de los distintos órganos (sensibilización), donde pueden permanecer durante semanas. Cuando se produce un nuevo contacto con el alérgeno, su unión a dos o más moléculas de IgE fijadas desencadena la desgranulación brusca de esas células y la aparición inmediata de las manifestaciones clínicas; dicha reacción inmediata, además, puede ir seguida de una reacción de fase tardía, que aparece unas horas después.

 Las infecciones producidas por virus exacerban las crisis asmáticas y pueden precipitarlas. Aunque se conoce desde hace tiempo esta asociación, la falta de modelos animales adecuados ha impedido el estudio detallado de esta relación. Los autores del artículo investigaron los efectos que la infección por el virus sincitial respiratorio (VSR) y la influenza A puede producir en ratones normales sensibilizados con un aeroalergeno como la ovoalbúmina inhalada. Ambos virus causaron, posteriormente, una enfermedad transitoria. La inhalación de ovoalbúmina no indujo anticuerpos específicos, a menos que los ratones se infectaran en el momento de la nebulización. En aquellos ratones con exposición epidérmica a ovoalbúmina no se desencadenaron respuestas asmáticas, pero se originaron alteraciones sistémicas agudas cuando la exposición pulmonar había tenido lugar durante la infección viral. En los ratones que tuvieron una respuesta sistémica a la ovoalbúmina cutánea se aisló IgG1 plasmática específica, la cual no se halló en los demás. Los aislados del bazo de los animales expuestos mostraron citoquinas (IL-4) intracelulares debido a la exposición viral. Las células TCD8+ aumentaron la producción de g-interferón en la infección por el virus de la influenza. Ambos virus produjeron reacciones anafilácticas. Estos resultados muestran que la infección por virus respiratorios potencia la respuesta inmune humoral y celular frente a los aeroantígenos y propone un modelo experimental para la continuación del estudio de esta respuesta.

La alergia a los productos que contienen látex es un problema creciente en los servicios públicos de sanidad, surgiendo, sobre todo, en los pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos, que requieren monitorización invasiva y en los pacientes que precisan intervenciones quirúrgicas. Los autores del artículo han procurado revisar los aspectos más importantes de la alergia al látex que debieran ser conocidos por los profesionales de la salud. Los autores afirman que el látex presenta dos alérgenos mayores, el Hev b1 y el Hev b8. Al parecer, el látex tiene una hiperreactividad cruzada con ciertos alimentos, frutas exóticas y algunos aeroalergenos, como el polen. La población susceptible está conformada por los profesionales de la industria del látex, los trabajadores sanitarios, los pacientes que van a requerir cualquier clase de manejo quirúrgico, los ingresados en las unidades de cuidados intensivos, los niños con espina bífida y las anomalías urológicas severas. Los signos clínicos entran dentro del grupo de hipersensibilidad tipo I, como la urticaria, el angioedema y el shock anafiláctico. El diagnóstico se basa en la detección de la IgE específica, tests de provocación y tests intradérmicos. La profilaxis se basa en la suspensión de todas las sustancias sospechosas de producir la reacción y que puedan contener látex, reemplazando los guantes de exploración con vinilo y evitando las comidas que puedan tener una reactividad cruzada con el látex.


HIPERSENSIBILIDAD TIPO II

En una reacción de hipersensibilidad de tipo II (también conocida como hipersensibilidad citotóxica) los anticuerpos producidos por la respuesta inmune se unen a antígenos presentes en las superficies de las propias células del paciente. Los antígenos que son reconocidos por este mecanismo pueden ser tanto intrínsecos ( autoantígenos, que forman parte innata de las células del paciente) o extrínsecos (adsorbidos sobre las células durante la exposición a algunos antígenos foráneos, o posiblemente como parte de la infección de un agente patógeno). Estas células son reconocidas por los macrófagos o células dendríticas, las cuales actúan como células presentadoras de antígenos. Esto provoca una respuesta por parte de los linfocitos B, lo que lleva a la producción de anticuerpos contra los antígenos foráneos.

Un ejemplo de reacción de hipersensibilidad de tipo II es la reacción a la penicilina debido a que la droga se puede unir a la membrana de los eritrocitos, causando que sean reconocidos como agentes extraños; se produce una proliferación clonal de células B y un aumento en la producción de anticuerpos dirigidos contra la penicilina. Los anticuerpos de tipo IgG e IgM se unen a estos antígenos formando complejos que son capaces de activar la vía clásica del complemento, la cual es capaz de eliminar células que presentan antígenos extraños (las cuales son usualmente patogénicas, aunque este no sea el caso). De esta forma se forman in situ mediadores inflamatorios agudos y complejo de ataque a membrana causa la lisis y muerte celular. La reacción puede tomar desde un par de horas hasta un día en completarse.

Las enfermedades autoinmunes semejan a reacciones de hipersensibilidad de tipo II y IV. Se diferencian de las reacciones de hipersensibilidad en que los antígenos que desencadenan la respuesta inmune son autoantígenos en vez de ser antígenos foráneos como en las reacciones de hipersensibilidad. Un poco más abajo se detallan algunos ejemplos de respuestas autoinmunes que semejan reacciones de tipo II.



Hipersensibilidad mediada por complejo inmunitarios tipo III

Este tipo de reacciones es inducida por la presencia de complejos antígeno-anticuerpo los cuales producen daño celular, como resultado de la capacidad de activar una serie de mediadores químicos, especialmente el sistema de complemento.
Dos tipos generales de antígenos son capaces de producir el daño por complejos inmunes; el más frecuente corresponde a un antígeno exógeno el cual puede ser una proteína extraña, productos bacterianos, virus, etc. El otro tipo de antígenos corresponde a componentes propios del organismo, es decir, endógenos que pueden interaccionar contra diversos componentes celulares, esencialmente proteínas nucleares, ácidos nucleicos y componentes citoplasmáticos.

La reacción se inicia cuando el antígeno se conjuga con el anticuerpo ya sea dentro de la circulación (complejos circulantes intravasculares tipo III A) o en espacios tisulares (complejos in situ extracelulares tipo III B).
Los complejos formados en la circulación (III A) producen daño, especialmente en las paredes de los vasos cuando son atrapados en algunos órganos que actúan como filtro, como la circulación renal, pulmonar, plexos coroídeos etc. Ejemplos de ello, enfermedad generalizada: la enfermedad del suero aguda y localizada en un órgano: glomerulonefritis o la reacción de Arthus.

El daño tipo III B puede ser por interacción de anticuerpos con antígenos endógenos secretados por células como en el rechazo, tiroiditis, orquitis y algunas glomerulonefritis; interacción de anticuerpos con antígenos intrínsecos presentes en membranas basales o matriz intercelular como en el síndrome de Goodpasture, artritis reumatoídea, lupus eritematoso sistémico, penfigoide buloso etc. Interacción de anticuerpos con antígenos tisulares, como en angeítis, alveolitis alérgica extrínseca.
En este momento nos detendremos brevemente para mencionar algunas características del sistema de complemento e indicar cuál es su participación en la patogenia de las lesiones.

El sistema de complemento es un sistema complejo en el cual se encuentran 11 proteínas que interactúan para producir fragmentos o complejos con diferentes actividades biológicas. En la primera etapa se requiere la presencia de un complejo antígeno-anticuerpo el cual actúa uniéndose a la primera proteína de complemento o C1. C1 presenta 3 componentes C1q, C1r, C1s y que es denominada también la unidad de reconocimiento. Posteriormente aparecen C2, C4, y C5, también denominado sistema de activación enzimática y finalmente C5, C6, C7, C8, C9 considerada como la unidad de ataque.

El complejo antígeno-anticuerpo al exponer el fragmento Fc se une con C1 especialmente a través de C1q y ante una reacción iónica reversible. Esta unión determina que se active a C2 y C4 transformándolos en productos activos C24b que va a determinar su acción sobre uno de los componentes más importantes del complemento que es C3. C3 al ser activado se puede transformar en tres sustancias distintas:

- C3a o Anafilotoxina
- C3b que produce la opsonización
- el complejo C3C2C4 o complejo convertasa, el cual va a activar a C5 y secuencialmente hasta C9 que va a tener un efecto de citólisis. La secuencia que hemos señalado a continuación se conoce como la vía clásica del complemento.
El complemento puede ser activado por una vía alterna a través de un complejo antígeno-anticuerpo, u otros antígenos que actúan directamente sobre C3. Frecuentemente la properdina es requerida junto a la presencia de antígeno-anticuerpo para activar a C3. A su vez la activación de la properdina puede estar determinada por algunos mitógenos y esencialmente endotoxinas.

El complemento ya mencionado que tiene diversas funciones algunas como mediador vascular como la Anafilotoxina o C3a , la opsonización C3d, la quimiotaxis de leucocitos y monocitos (C3C5, C5C6C7), y la lisis celular (C5C9).

Volviendo a las reacciones antígeno-anticuerpo y al daño producto de la reacción de complejos inmunes es importante señalar que cuando se forma un complejo inmune es posible encontrarlo en dos grandes condiciones:

 a) Complejo antígeno-anticuerpo con exceso de antígenos: son en general complejos pequeños que circulan durante bastante tiempo y se van depositando paulatinamente en diversos órganos.
 b) Complejo antígeno-anticuerpo con exceso de anticuerpos: en este caso los complejos son de gran tamaño precipitan rápidamente tendiendo a localizarse en el sitio de introducción del Ag.

El destino de estos complejos depende estrechamente de la acción de la vía clásica del complemento. La fijación de complemento inhibe la precipitación de complejos inmunitarios por la unión covalente C3b, que evita la interacción Fc-Fc que se necesita para formar grandes agregados insolubles. Estos pequeños complejos con C3b se unen al receptor CR1 del complemento sobre el eritrocito humano y son transportados hasta el hígado donde los macrófagos los fagocitan e inactivan. Si hay defectos en el sistema del complemento o si el sistema está saturado los complejos circulan y se depositan en órganos filtros.

En las reacciones de hipersensibilidad por complejos antígeno-anticuerpo podemos encontrar dos formas principales: una forma generalizada y una forma localizada.
 - Forma generalizada (enfermedad del suero):

Esta lesión es producida por la administración de proteínas extrañas y en la cual se producen pequeños complejos antígeno-anticuerpo que se agregan dentro de la circulación. En el hombre la enfermedad del suero se manifiesta por la presencia de urticaria, fiebre, edema, presencia de adenopatías y ocasionalmente artritis, glomerulonefritis y vasculitis. Esta lesión ocurre de 8 a 12 días posterior al uso terapéutico de antisuero (antitoxina tetánica equina) o drogas (penicilina, sulfonamidas, tiouracilo, hidantoínicos etc.

En la enfermedad del suero se reconocen formas agudas y crónicas. La activación del sistema de complemento produce una disminución del complemento sérico. En la Inmunofluorescencia es posible observar depósito de inmunoglobulina G, C3, C4, C1q, en un patrón de tipo granular. El depósito de estas sustancias se visualiza predominantemente en las paredes vasculares. Entre la segunda semana aparecen las lesiones inflamatorias en corazón, vasos sanguíneos, articulación y riñón. Una vez que el sistema inmune continúa la producción de anticuerpos se forman grandes complejos inmunes los cuales son fagocitados por el sistema retículoendotelial y las lesiones empiezan paulatinamente a desaparecer. La enfermedad crónica se produce por la exposición prolongada al Ag, un ejemplo sería la glomerulonefritis membranosa.
 - Forma localizada (reacción de Arthus):

La reacción de Arthus es el prototipo y corresponde al modelo experimental de la enfermedad por complejos tóxicos. Se observa un área de necrosis tisular en el lugar donde previamente ya se había inyectado un Ag, la inflamación vascular se produce por el depósito del complejo inmune, generalmente es producida en la piel. Es una reacción alérgica inducida en presencia de exceso de anticuerpos, en este caso circulantes producto de la primera inyección. Esta reacción se puede producir experimentalmente al inyectar localmente un antígeno a un animal previamente sensibilizado. La reacción de Arthus se desarrolla en algunas horas (4 a 10 horas posterior a la inyección). En esta área se observan zonas de edema, hemorragia y ulceración secundaria a angeítis necrotizante aguda. En la Inmunofluorescencia es posible observar algunas inmunoglobulinas, fibrinógeno dentro de las paredes vasculares especialmente en las membranas.
También en la pared vascular se observa depósito de material fibrinoide con destrucción de los vasos. La ruptura de estos produce la extravasación sanguínea con trombosis e isquemia tisular.
Otros ejemplos de enfermedades mediadas por hipersensibilidad III son:
 • Glomerulonefritis postestreptocóccica
 • Lupus eritematoso sistémico
 • Panarteritis nodosa
 • Angeítis leucocitoclástica
 • Artritis reumatoídea
 • Eritema nodoso leproso


Tipo IV. Reacciones de hipersensibilidad retardada

 Son las reacciones tardías mediadas por células. El prototipo es la reacción de Mantoux. Tras la administración de tuberculina a un paciente previamente sensibilizado, aparece la reacción a las 48-72 horas como una induración en el área de inyección; Ejemplos de patología por hipersensibilidad tipo IV es el rechazo agudo de los trasplantes los granulomas y la hipersensibilidad por contacto.

Las denominadas reacciones de hipersensibilidad retardada constituyen reacciones inflamatorias debidas al reclutamiento y activación de macrófagos por el efecto de las citosinas liberadas por linfocitos TCD4+ al reconocer al antígeno en asociación con las moléculas del complejo principal de histocompatibilidad (MHC) de clase II en la membrana de las células presentadoras del antígeno (APC). En esta reacción, también denominada hipersensibilidad de tipo IV según la clasificación de Gell y Coombs, no intervienen los anticuerpos, a diferencia de lo que ocurre con las otras formas de mecanismos inmunes de lesiones inflamatorias.

Todas estas reacciones inflamatorias o de "hipersensibilidad" tienen en común el hecho de estar iniciadas por una reacción inmunológica contra un antígeno y ocurrir en un individuo sensibilizado (es decir, son el resultado de una reestimulación antigénica en una persona  que ya ha desarrollado una respuesta inmune celular frente a dicho antígeno) la hipersensibilidad retardada se manifiesta habitualmente de cinco maneras distintas:

1. Hipersensibilidad retardada frente a antígenos solubles. En general, cuando se efectúan pruebas cutáneas con antígenos solubles (purificados o no) obtenidos de diversos agentes infecciosos (bacterias, virus, hongos y protozoos),

2. Hipersensibilidad retardada en las manifestaciones de resistencia general frente a infecciones.

3. Dermatitis por contacto y reacciones adversas a fármacos en otros órganos. En las dermatitis por contacto, la reacción de hipersensibilidad retardada se induce por un compuesto químico reactivo (hapteno) que, tras acoplarse a proteínas epidérmicas, actúa como un inmunógeno efectivo.

Una respuesta similar ocurre, en ocasiones, con fármacos administrados por otras vías, desencadenándose lesiones de hipersensibilidad en órganos como riñones, pulmones e hígado.

4. Reacciones granulomatosas. Los granulomas son lesiones resultantes de agregados de fagocitos mononucleares activados (principalmente macrófagos), muchos de los cuales han fagocitado el agente responsable.

5. Rechazo de homoinjertos y reacciones de hipersensibilidad retardada. El trasplante de células vivas de un individuo a otro de la misma especie (homoinjerto) suele terminar en la destrucción y el rechazo del injerto.

Las reacciones de hipersensibilidad retardada son características de otro tipo de bacterias, como las micobacterias,
Se cree que el estrés exacerba un gran número de enfermedades, siendo alteraciones dermatológicas en un alto porcentaje. Las células epidérmicas del Langerhans parecen jugar un papel interesante en las reacciones de hipersensibilidad de la piel.


Hipersensibilidad tipo V o hipersensibilidad estimulatoria o neutralizante

 Esta reacción es mediada por un anticuerpo que reacciona con un componente de la superficie celular e induce o neutraliza la actividad de la célula correspondiente. Ejemplos son el hipertiroidismo en la enfermedad de Basetow Graves donde una inmunoglobulina G se une a un receptor TSH de la célula tiroidea y la estimula produciendo hormona tiroidea. Ejemplos en neurología es la Miastenia Gravis donde una inmunoglobulina G se une al receptor de acetilcolina de la placa motora y lo bloquea. Otros ejemplos son Eaton - Lambert, lupus y síndromes paraneoplásicos.